lunes, 2 de octubre de 2017

Viena con niños

Hola buenos días.

Hace un par de semanas, en este post, os contaba que este verano hicimos un viaje por las capitales del imperio Austro Húngaro, comenzando por la maravillosa Budapest.

Pues bien, hoy continúo con la segunda parte: la ciudad de VIENA.
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Día 3 del viaje. Lunes
Nos levantamos temprano en Budapest porque a las 9:30 salía nuestro tren destino Viena. La estación de partida es la tristemente famosa "Keleti", a donde en 2015 llegaron miles de refugiados sirios huyendo de la guerra y desde donde no se les dejaba partir hacia diferentes puntos de Europa. Qué rápido olvidamos la historia. En fin.

Los billetes los habíamos reservado a través de internet en esta página y nos costaron 60. Os cuento que pagamos un plus, unos 14€ (ya metido en ese precio) por reservar asientos e ir los 4 juntos. De lo contrario es un poco más barato pero te puede tocar ir cada uno en un lado. 

Tras dos horas y media de cómodo viaje (los trenes son tipo los Alvia) llegamos a Viena. 

Transporte por la ciudad
Cogimos dos billetes de 48 horas para metro/bus/tranvía (los niños menores de 15 años y en época de vacaciones escolares no pagan transporte público), lo validamos (sólo hay que hacerlo una vez y te olvidas) y directos en metro hasta nuestro hotel.

Alojamiento
En este caso y como no encontramos un apartamento que nos entusiasmase, nuestra opción fue el Novotel Wien, hotel familiar situado a 10 minutos del centro (pinchando en este enlace os llevareis 15€ de descuento en vuestra próxima reserva a través de Booking).
La cadena de hoteles Novotel ya la conocíamos de viajes anteriores. Y siempre nos ha gustado mucho. Pero en esta ocasión nos dimos cuenta de que el sofá cama de las habitaciones familiares se ha empezado a quedar pequeño para nuestros dos chicos (9 y 11 años). Pero bueno, para un par de noches está bien.

Hicimos el checking y nos fuimos directos a comer "Gasthaus Nestroy", un restaurante de comida típica vienesa donde además cuentan con carta sin gluten que teníamos justo al lado. Mis hijos fliparon con el tamaño de los ""Wiener Schnizel", los escalopes vieneses que son XXL.

Y una vez comidos, comenzamos nuestra ruta por el centro histórico de Viena.

Al igual que pasa con Budapest, Viena es una ciudad grande en extensión pero lo que es su núcleo histórico, se pude hacer caminando perfectamente.

La plaza de Stephansplatzt es el "centro" de la ciudad y donde se encuentra la preciosa Catedral gótica de San Esteban. Tuvimos la mala suerte de que la están reformando así que no pudimos subir a una de sus torres. 
De allí comenzamos a caminar (hacía un calor inmenso) y visitamos las calles del centro, como la famosa Graben, llenas de comercio globalizado, como ocurre en todas las grandes ciudades europeas, hasta llegar al Palacio Imperial de Hofburg, residencia de los Habsburgo y donde se encuentran los apartamentos de la famosa Sisí Emperatriz, y la Escuela de Equitación Española

No entramos en ninguna de ellas porque teníamos tan sólo día y medio y preferimos callejear.

De allí caminamos hasta la famosísima Opera de Viena. Para una enamorada de la música clásica y ex violinista como soy yo, estar allí fue absolutamente genial. Aquí si que nos gustaría haber entrado, pero el día que estuvimos había concierto, por lo que las visitas guiadas esos días no se contemplan. Una pena la verdad.
A través de la Ringsstrase (el anillo que rodea la parte histórica de Viena) caminamos hasta la puerta principal del Palacio de Hoffburg, con sus maravillosos jardines; vimos la "Casa de las mariposas" (nuevamente cerrada para cuando llegamos - estos europeos cierran todo para las 17:00 -) hasta llegar a la plaza de Maria Teresa, donde están frente a frente el Museo de Bellas Artes el Museo de Historia Natural.

Y presidiendo la plaza, está el impresionante monumento a la emperatriz Maria Teresa.

Tras ellos, está la MuseumsQuarter, zona de una Viena moderna y contemporánea, pero el cansancio de mis hijos añadidos al enorme calor que hacía, hizo que nos retirásemos al hotel a descansar.

Día 4 del viaje. Martes.
Nuestro segundo día en Viena amaneció de nuevo con el cielo azul y un enorme calor. 

Cogimos el metro y nos fuimos camino a nuestro primer destino: el gran Palacio de Schonbrunn, residencia de verano de la emperatriz Sisí y el más majestuoso de todos los palacios de Viena.

Impresionante todo él, teníamos reservado un tour de 30 minutos con audio guía que te va llevando por las principales estancias privadas De Francisco José y Sisi y que es muy interesante. La pena es que esta prohibido sacar fotos. 
Tras la visita, lo más bonito que tiene el palacio son sus enormes y cuidadísimos jardines, así que a verlos nos fuimos. El Zoo de Viena se encuentra en ellos también pero no lo visitamos. 

Y allí echamos la mañana entera. Pero antes y dado que los tranvías son fantásticos y te llevan a cualquier parte, nos acercamos a ver las famosas casas Hundertwasser, que todo hay que decirlo, tienen un punto.
Volvimos cerca del hotel a comer y tras echar una pequeña siesta (estábamos a más de 35 grados) regresamos al centro de la ciudad para visitar la comercial calle Kärntner y tomarnos una buena merienda en uno de los lugares emblemáticos de la ciudad: el Café Mozart, fundado en 1794 y situado en el no menos famoso Hotel Sacher, en cuyas cocinas se dice que se creó la famosa tarta con ese nombre y de la que Sisí Emperatriz era adicta.
Las tartas no son baratas. Pero el placer de sentarse frente a la Opera, el Museo Albertina... merece la pena sin duda.

Muy cerquita está el Musikverein que es donde se celebran los famosos conciertos de Año Nuevo (no, no se celebran en la Opera, como casi todos creíamos) y de allí nos fuimos al lugar que mis hijos os dirán que más les ha gustado de todo el viaje: el Parque Prater.

Situado en un inmenso parque, la entrada es libre y lo que hay que pagar son las atracciones. Allí está la Gran Noria, la más antigua del mundo, construida en 1887, que consiguió sobrevivir a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y escenario de escenas de famosísimas películas como "El tercer Hombre", "007: Alta Tensión" o "Antes del amanecer".
La verdad es que es un parque de atracciones cuidadísimo, limpio y precioso donde disfrutamos hasta caer la noche y donde cenamos en el no menos famoso Schweizerhaus, toda una institución del Prater. Es un restaurante, la mayor parte de él al aire libre bajo, un manto de árboles frondosos y miles de lucecitas con cabida para más de 800 personas y donde tomarse unas buenas jarras de cervezas y por supuesto, unas salchichas o un jarrete de cerdo ahumado.

100% recomendable.

Y con ello, finalizo nuestra visita a la ciudad de Mozart y de Sisi.

Nos quedaron por ver cosas como el palacio de Belvedere, donde están las pinturas de Klimt; pasear por el Stadpark y entrar como os decía en la Opera o en algún edificio más. Pero día y medio en Viena da para lo que da. Y creo que lo aprovechamos bastante bien.

Al día siguiente, el tren camino a Praga nos esperaba.

Un beso
Helena

1 comentario:

  1. Yo fui hace 30 años¡¡¡¡¡ pero estoy deseando ir en familia- Por cierto, pintaza de las tartas ♥. un besote

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